UN DÍA DE LUCHA CONTRA EL FUEGO | Una batalla que parece perdida, pero que debemos darla.

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El fuego que todo lo consume a su paso, es la causa de emprender este viaje en el día de hoy para colaborar de alguna forma, aunque esa forma no tenga que ver con la lucha cuerpo a cuerpo ni con la valentía con que los baqueanos, munidos de un pedazo de caña y un trapo húmedo atado a un extremo, golpeando las llamas hasta apagarlas para luego terminar machacando las brasas y volverlas cenizas, no no es de esa manera, sino retratando esos momentos, intentando inmortalizar esa lucha a través del lente de una cámara fotográfica que se volverá mas caliente ante cada disparo, pero no solo por su uso, sino por el tenor de lo que va registrando.

El recorrido

Partiendo desde la ciudad de La Falda con destino a characato, pasando por el camino de Bosa primero, luego del perchel y con una rara mezcla de miedo, dolor e incertidumbre,porque a medida que nos adentramos en la zona, el cielo se va tornando mas oscuro, pareciera que anochece de repente y a en cada paso tratamos de estar mas atentos, de repente nos encontramos delante, a unos trescientos metros, enormes lenguas de fuego. Un golpe calor constante nos pega en la frente, respiramos un humo caliente mezclado con tierra y una lluvia de cenizas que no cesa, pero seguimos avanzando y continuamos rumbo a la zona del río Quilpo, de repente nos sorprende una oleada de fuego gigante, inmensa, que cruza rápidamente la calle y nos pone enfrente de dos líneas de fuego, nos alejamos mirando hacia todos lados y vemos que no son dos, son tres, diez, treinta, incontables focos activos aparecen por todas partes, alcanzamos a divisar en la calle un solitario grupo de baqueanos, si, están solos luchando a brazo partido contra esa horda de calor y destrucción, pareciera que la contienen, en eso llegan unos Bomberos de San Marcos en una camioneta del Plan de Manejo del Fuego y pensamos, que alivio, pero no, todo se derrumba cuando un ruido ensordecedor presagia la aparición de mas fuego, mucho fuego, incontrolable, voraz, mortal, es ahí cuando la Brigada de la Policía Rural, despeja la zona y pide que todos nos retiremos para evitar la pérdida de vidas humanas y el fuego hace lo que se le antoja, habían sido tres horas de lucha denodada, al parecer inútil, pero no, habían frenado la inercia y poderío del fuego, ese fuego que cruza el vado como nosotros un charquito de agua provocado por alguna manguera abierta en el patio, y continúa su marcha, quien sabe cual será su destino final.

Ya se estaba haciendo muy de noche y entre miradas, mucho silencio y dolor, nos volvimos donde habíamos dejado el vehículo pensando que esto, no estaba ni cerca del final, pero una batalla mas, estaba librada.

laucha

Lautaro Aguilar | Fotógrafo

Redacción| Gonzalo Goro

El recorrido en 7 imágenes, más que elocuentes

KODAK Digital Still Camera
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