El papa Francisco visitó el monumento de la Inmaculada Concepción en el centro de Roma y, visiblemente emocionado, llevó a la Virgen «el ruego» del pueblo ucraniano por la paz, además de pedirle por ancianos y jóvenes, durante una oración en la que destacó que «el amor vence al odio».
«Virgen Inmaculada, me hubiera gustado hoy traerte la acción de gracias del pueblo ucraniano por la paz que desde hace tiempo venimos pidiendo al Señor. Pero todavía tengo que presentarte el ruego de niños, de ancianos, de padres y madres, de jóvenes de esa tierra martirizada que sufre tanto», planteó el pontífice con la voz entrecortada al rezar frente el famoso monumento de la Plaza de España de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
A metros de las famosas escalinatas del centro de la «Ciudad Eterna», y tras dos años de visitar el lugar en soledad a causa de la pandemia, el Papa cruzó Roma para rezar primero en la Basílica de Santa María la Mayor, en la zona de la estación Termini, y luego hacer la visita tradicional al monumento emplazado frente a la embajada de España ante la Santa Sede, la representación diplomática más antigua del mundo, de 400 años.
«Hoy vuelvo a ti junto con el pueblo de esta Iglesia y de esta Ciudad. Y te traigo gracias y súplicas de todos tus hijos, de cerca y de lejos», dijo el Papa frente al monumento rodeado por miles de turistas que llenaron la zona en un día feriado en Italia.
«Te traigo el agradecimiento de los mayores y de los viejos: un gracias que es uno con su vida, tejido de recuerdos, de alegrías y tristezas, de metas que conocen bien haber logrado con tu ayuda, sosteniendo su mano en la tuya», agregó luego Francisco, acompañado en un costado por el alcalde romano Roberto Gualtieri.
El pontífice no se olvidó de mencionar «las preocupaciones de las familias, de padres y madres que a menudo luchan para llegar a fin de mes en casa, y enfrentan el día a día pequeños y grandes retos para seguir adelante».
«Te traigo los sueños y las angustias de los jóvenes, abiertos al futuro pero retenidos por una cultura rica en cosas y pobre en valores, saturada de información y carente de educación, persuasiva en el engaño y despiadada en la decepción», agregó el Papa, quien -como es costumbre- también dejó una canasta de rosas blancas a los pies de la columna de 13 metros que sostiene la famosa estatua de la Inmaculada Concepción, levantada para recordar el dogma definido el 8 de diciembre de 1854 por Pío IX.
En ese marco, Francisco pidió «especialmente por los chicos, los más afectados por la pandemia, para que se reanuden lentamente el agitar y extender sus alas y redescubran el placer de volar alto».
«Mirándote a ti, que estás sin pecado, podemos seguir creyendo y esperando que el amor venza al odio, la verdad a la mentira, el perdón a la ofensa, y sobre la guerra gana la paz», pidió.