Un grupo de especialistas y voluntarios se reunieron para recibir juguetes donados, reciclarlos, modificar sus estructuras y circuitos, y adaptarlos así según la necesidad de cada niño o niña con discapacidad.
Por Julián Giménez Noble para Telam
Un grupo de especialistas y voluntarios se reunieron para recibir juguetes donados, reciclarlos, modificar sus estructuras y circuitos, y adaptarlos así según la necesidad de cada niño o niña con discapacidad, que podrá usarlo sin limitaciones.
‘Innovar para Incluir’ es un proyecto social conformado por un grupo interdisciplinario de profesionales que coordina Nahuel González, ingeniero en electrónica especializado en diferentes áreas vinculadas a la salud y a la educación.
González trabaja en particular con cuadros del espectro autista y su vínculo con la educación y las nuevas tecnologías.
En diálogo con Télam, González dijo: «Tenemos dos grandes programas; uno es una red de referentes comunitarios donde hacemos un curso virtual, inicial y gratuito que dura 3 semanas y que le da la posibilidad a los participantes de ser alfabetizadores tecnológicos en torno a las tecnologías para la inclusión social».
El curso ya tuvo 30 ediciones y participaron 2500 personas de toda Latinoamérica que conforman un mapa de referentes que reciben consultas a lo largo del continente.
El otro programa, relacionado con los juguetes, se llama ‘Jugar es algo serio‘ y González contó a esta agencia que allí es donde «se articula el trabajo con la sociedad y la red de referentes, para poder conocer y relevar las distintas necesidades de los usuarios finales, de los centros de día y de las universidades».
Luego, a través de jornadas que se realizan en clubes de barrios o en universidades como la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), se hacen adaptaciones de diferentes tipos de periféricos o dispositivos que, según González, «tienen por objetivo facilitar el acceso, la comunicación y la autonomía de los usuarios finales».
Gonzaléz también contó a Télam que, si bien «el foco está sobre los juguetes» porque empezaron a trabajar primero con niños, niñas y jóvenes con discapacidad, también realizan otro tipo de adaptaciones orientadas a los adultos y en ese sentido la app gratuita ISay colabora en la difusión de estas iniciativas ya que permite romper con las barreras comunicacionales a personas con discapacidad y su entorno.
«Apelamos a la comunidad para poder reunir juguetes nuevos o en desuso que funcionen a pila o a batería, es decir que puedan tener sonido, movimiento o luces», añadió.
A partir de eso, el ingeniero electrónico dijo que «se revisa el estado del juguete y a partir de las necesidades relevadas previamente se piensa en cuál serían los juguetes u otras adaptaciones que se podrían hacer para atender a esa institución, a esa familia o a esos usuarios en particular».
A su vez, desde ‘Innovar para Incluir’ realizaron convenios con distintas organizaciones para juntar juguetes.
Desde principios de 2017 hasta febrero de este año 2020 realizaron 30 ediciones con jornadas abiertas para toda la comunidad de las cuales participaron mas de 1500 personas y donde se pudieron realizar y entregar en el día -o en las siguientes semanas según informó a Télam González- juguetes a mas de 1200 chicos y chicas con discapacidad.
Trabajan como en un sistema de produción
«Tenemos distintas mesas de trabajo, trabajamos como si fuera un sistema de producción: en una mesa se cortan cables, en otra se arman conectores, en otra se desarma el juguete y así. En otra con la adaptación concreta, en otra con la prueba y en otra con el embalaje en forma de regalo», detalló el coordinador de ‘Innovar para Incluir’.
En las mesas dispuestas en estas jornadas, hay uno o mas voluntarios que le explican a la gente cuál es la tarea a realizar y las personas pueden quedarse en esa mesa si quieren cortar cables, por ejemplo, o aprender a soldar, usar un destornillador o ver cómo funciona el circuito adentro del juguete, y también pueden ir cambiando de mesa.
En cuanto a las adaptaciones de los juguetes, González detalló que «tienen que ver con modificar el punto de acceso, o sea modificar cómo yo puedo interactuar con el juguete».
«Por ejemplo, si vos tenés una guitarra con botones muy pequeños lo que se hace es adaptarlo mediante pulsadores para que en lugar de presionar sobre el botón, tocás sobre una superficie de mayor tamaño o que se pueda activar con el pie, con el hombro, con la rodilla, con el mentón o con la cabeza», agregó.
Además, González le dijo a esta agencia que también realizan trabajos con juguetes que no funcionan a pila o a batería: por ejemplo, trabajaron con peluches a los que se les sumó una voz propia a través de un módulo desarrollado por ellos que permite grabar voz y así el muñeco, al ser activado mediante un pulsador con la mano, hombro, pie u otras partes del cuerpo, reproduce un mensaje pregrabado de alguien cercano.
«Está pensado para lo que es la estimulación temprana y esos mensajes se pueden regrabar en función de las distintas actividades que se puedan realizar», remarcó González.