Artistas Solidarios: la iniciativa de Mosquito Sancineto para colaborar con los más desprotegidos del sector cultural

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Junto a otros colegas, el referente de teatro de improvisación reparte bolsones de comida a quienes lo soliciten. El movimiento, hijo de la pandemia, cuenta en su equipo con una doctora y una psicóloga para consultas gratuitas. «Nos encontramos con mucha tristeza, miedo y preocupación», desliza.Por María Daniela Yaccar

A pesar de que la pandemia hizo estragos en su economía -ya debilitada por los años de macrismo-, Fabio «Mosquito» Sancineto no se hundió en ningún abismo. Todos los días se levanta y se acuesta pensando en el mismo asunto: Artistas Solidarios, movimiento espontáneo que se originó en una charla de café para colaborar con los artistas que no están percibiendo ingresos. Comenzó operando en la Ciudad de Buenos Aires y se extendió luego hacia Rosario y la provincia de Buenos Aires (Mar del Plata, La Plata, sur y norte del conurbano). Se aboca esencialmente, aunque no sólo, a la entrega de alimentos.

Quienes quieran colaborar pueden acercar alimentos a distintos espacios culturales o bien hacer transferencias de dinero para la compra de productos. Toda la información se encuentra centralizada en la cuenta de Instagram @artsolidarios . También hay un mail para solicitarla y hacer los pedidos de ayuda (artistassolidariosok@gmail.com). En la capital se armó una rutina: viernes y sábados los voluntarios –«barbijo y codazo mediante» y bajo las reglas de un protocolo de higiene y limpieza- se turnan para armar los bolsones en el Centro Cultural Fray Mocho. A las 15 se pone en funcionamiento la comisión de traslado, con la productora Adriana Yasky a la cabeza, y los coches se dirigen a los domicilios de los artistas para hacer las entregas. La ayuda llega a alrededor de 500 familias por semana.

Del otro lado del teléfono, después de sacar a pasear a los perros con los que comparte la cuarentena -tiene tres y dos gatas-, Mosquito parece emocionado. Se define como «una guerrera», aunque rápidamente aclara que él es sólo la cara visible de la iniciativa surgida a mediados de marzo. Desde entonces se sumaron muchos voluntarios y voces que otorgan difusión, «sin grietas» entre el off y la masividad. «Los mediáticos colaboran. Aníbal Pachano, también artistas más televisivas como Carla Peterson o Mirta Wons. Nos hacen llegar videos. Estoy agradecido con esto: demuestra que no hay clase social entre nosotros. Sólo un objetivo común: ayudarnos«, celebra el actor, referente del teatro de improvisación en el país. 

Todo comenzó en una charla de café el 19 de marzo. Estaban Mosquito, Horacio López, alumno suyo, bailarín de tango y actor, y la actriz Abigail Zevallos. Los preocupaba la situación de los artistas «muy independientes», sin vinculación con la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes o la Asociación Argentina de Actores. «Esto fue un jueves. El viernes creamos las primeras publicaciones en Facebook y el domingo ya teníamos un grupo armado de gente», relata Mosquito. En los inicios consultaron a una nutricionista para que los asesorara en el contenido de los bolsones. «Juana Rosenbaum. Mi nutricionista de cuando era adolescente. Excelente doctora… pero conmigo no pudo. Logró que sea una persona sana y fuerte, aunque flaquísima.»  Hubo un primer obstáculo a vencer: la «valla de la timidez», la «vergüenza» de las personas para pedir ayuda. 

«Estoy cansado de la postergación. Los artistas somos necesarios para activar la cultura e identidades de cada pueblo, y los últimos en ser correspondidos en un ida y vuelta, en ser reconocidos», se lamenta Mosquito. La pandemia dejó a muchísimos colegas sin trabajo e ingresos, exponiendo la precarización en la que suelen trabajar. Las medidas tomadas por el Estado aliviaron sólo a algunos. «Hay que aprender de esta experiencia. Ojalá desde el Ministerio de Cultura sepan apreciarnos. Merecemos continuidad de trabajo. La cuarentena subraya todo mucho más. Tomamos conciencia de la destrucción previa que tuvimos como país.» Por estos días está solicitando colaboración del gobierno nacional en el proyecto, mientras mantiene conversaciones con funcionarios de la provincia de Buenos Aires. Tuvo un intercambio con el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro. Desde esta cartera y la de Desarrollo Social provincial hubo aportes de alimentos.

Los residentes de La Casa del Teatro , artistas callejeros, de circo, técnicos, vestuaristas, bailarines, boleteros son algunos de los destinatarios de la ayuda. Al mail llegan también pedidos de personas que no se dedican al arte y reciben los bolsones. Mosquito, que cada sábado se dirige a casas y pensiones junto a Silvia Dietrich, cuenta que cuando llega los artistas le cuentan «su realidad» en pocos minutos. «Nos encontramos con mucha tristeza. A veces no lo expresan en palabras, pero por el cuerpo y la mirada te das cuenta. Hay miedo y preocupación también. Inmediatamente se combinan con una alegría que aparece en ese instante. Todos tienen la intención de abrazar y dar besos. Obviamente no podemos. Sabemos que esos besos y abrazos van a quedar suspendidos. Cuando termine la cuarentena vamos a continuar con esto», expresa.

La contención se extiende más allá del alimento. La organización cuenta en su equipo con una doctora (Ester Godoy) y psicólogas (María Pía Arana, Cecilia Tripoli y Verónica Varela) disponibles para consultas gratuitas. Si se topa con situaciones de conflicto como ha sucedido con la violencia de género, articula con otros espacios.

Mosquito tiene una deuda de 70 mil pesos de las expensas de su departamento de Almagro. Aplicó para el Ingreso Familiar de Emergencia y lo acaba de cobrar. Dice que sería «feliz» si le dan la beca del Fondo Nacional de las Artes («son muy poquitas»). Su prima y Godoy subsidian el alimento de sus perros. Una alumna le pagó dos cuotas de clase por adelantado: él se niega a enseñar en la virtualidad, porque allí quedan afuera «los vínculos, las emociones, el juego». En medio de tanta incertidumbre parece haber encontrado en Artistas Solidarios otra manera de estar en el mundo: «Me convertí en un gestor social y cultural. Me gusta. Quizá lo tenía en la fantasía. Ahora lo llevé a la práctica».