Un hecho histórico que marca un antes y un después en los juegos, mas precisamente en la prueba del maratón olímpico y que aún hoy es recordada como la hazaña del atleta italiano Dorando Pietri, ganador moral de la carrera.
Estás olimpiadas (1908) iban a realizarse en Roma, pero el 7 de abril de 1907 hizo erupción el volcán Vesubio, dejando la ciudad de Nápoles sepultada. La solución fue reconstruir esta ciudad y para ello utilizaron el fondo monetario con el que se organizarían los juegos.
Se elige Londres como la nueva ciudad en la que se celebraran estos juegos, la cual tenía una experiencia organizadora en eventos deportivos considerada como pionera por muchos países.
En esta ocasión, se construyó el estadio donde se llevarían a cabo las olimpiadas llamado “Shepperd’s Bush”, más tarde conocido como “Estadio White City”, el cual estaba ubicado en las afueras de Londres y tenía una capacidad para 68.000 espectadores.
La ceremonia de inauguración estuvo presidida por el Rey Eduardo VII y, su esposa, la Reina Alejandra, quienes estaban acompañados también por los Príncipes de Grecia, Suecia y Gales.
En estas olimpiadas fueron representados 22 países por un total de 2008 atletas, de los cuales 37 eran mujeres.
En cuanto al maratón, por órdenes de la Reina Alejandra, la salida de esta prueba se realizaría desde el Palacio Real de Windsor, con el fin de que sus nietos pudieran ver en directo, desde la residencia, la salida de esta prueba clásica.
Es a partir de este momento cuando se oficializa la distancia para este y todos los maratones hasta el día de hoy, que es de 42,195 kilómetros. Esto se debió a que a los 41 kilómetros se le sumaron otros 1.819 kilómetros, aproximadamente, distancia que equivalía al rodeo que se realizó para complacer a la reina.
Fue una de las pruebas más arduas, no solo por la distancia, sino por los desniveles que había en el recorrido. El atleta Dorando Pietri efectuó su llegada al estadio, pero se equivocó en la dirección de llegada. Rectificando inmediatamente, agotado y sin fuerzas para mantenerse de pie, continuó cayéndose y levantándose varias veces. Cuando estaba a solo 10 metros de la meta, una vez más cayó al suelo y los propios jueces le ayudaron a levantarse y continuar hasta la cinta de llegada como vencedor, para caer extenuado por el esfuerzo realizado.
Sin embargo, ante la protesta de la delegación de EE.UU, Dorando Pietri fue descalificado, quedando como ganador el americano John J. Hayes. Pese a esto, el atleta italiano recibió una copa bañada en oro de parte de la Reina Alejandra, como reconocimiento por su esfuerzo de llegar a la meta.
Es posible que su gran triunfo haya sido el no ganar, pasando a la historia olímpica como el dramático perdedor de una medalla de oro. Cien años después, en Milán se erigió una estatua que honra su hazaña, mientras que del americano Hayes nadie se acuerda.
Este es un ejemplo de como un participante, aún sin ganar, haya pasado a la historia del olimpismo durante estos juegos.
Info: Barris.org