El músico argentino-israelí Daniel Barenboim se puso ayer al frente de la Orquesta Filármonica de Viena en el tradicional concierto de Año Nuevo, que se llevó a cabo en la Sala Dorada del Musikverein, el coliseo australiano más importante, en el que se produjo el regreso del público en vivo, aunque con un aforo reducido y en medio de estrictos controles sanitarios por el coronavirus.
Se trató de la tercera vez que el destacado artista dirigió a esta orquesta en su concierto de Año Nuevo caracterizado por un repertorio de valses de la dinastía Strauss, debido a que ya lo había hecho en 2009 y 2014.
En el encuentro musical, que se transmite por televisión para una audiencia estimada en 55 millones de personas lo que lo convierte en uno de los acontecimientos culturales más populares de Europa, Baranboim aprovechó para lanzar un mensaje referido a la lucha sanitaria que lleva adelante el mundo contra el coronavirus.
«La covid no es solo una catástrofe médica sino humana porque trata de alejarnos a unos de otros», dijo el músico, quien llamó a «la unidad» para atravesar esta contingencia sanitaria.
El concierto para recibir el 2022 significó el regreso a la presencialidad del público tras la versión virtual del año anterior, aunque para esto cada espectador debió presentar un test negativo de menos de 48 horas, además de mantener su barbijo puesto a lo largo de todo el espectáculo.
Para el 1 de enero de 2023 ya se anunció que la velada estará a cargo del director local Franz Welser-Möst. Info: Télam Foto: DW