Desde que el 20 de marzo el Gobierno argentino impuso una cuarentena nacional para combatir la pandemia de COVID-19, la incertidumbre y la aprensión parecen ser tan contagiosas como el virus. Sin embargo, la gente común y corriente está ayudando a aliviar los miedos, la angustia y las necesidades a veces con pequeños gestos como comunicar a vecinos aislados, y en otras ocasiones a través de grandes proyectos como una red de cocineros y distribuidores para entregar comidas a los más necesitados.
Ayuda humanitaria
El Centro de Información de las Naciones Unidas en Argentina ha recogido en una serie de vídeos los testimonios de varias personas que están haciendo más fácil la cuarentena en Argentina. Son gente común y corriente que, como tantas veces ocurre, están haciendo cosas extraordinarias y contagiando su solidaridad.
Agustín, un encargado de edificio que cuida de sus vecinos
En este video nos encontramos con Agustín, encargado de la limpieza y la higiene de su edificio cuya rutina diaria se vio completamente alterada por la llegada de la COVID-19. Ahora, debe trabajar más horas para desinfectar los espacios comunes del edificio y responder a las peticiones de ayuda de los inquilinos, especialmente de aquellos que tienen un mayor riesgo de infección. Afortunadamente, otros también han colaborado, acompañándolo en sus esfuerzos: «Me han tocado vecinos que me pidieron el número de teléfono de otro vecino del consorcio para comunicarse por si necesitan algo. La palabra que describe todo esto es compañerismo, ayudarse mutuamente entre todos para que salgamos adelante.»
Margarita, una pediatra inspirada por la amabilidad de sus vecinos
Margarita es una pediatra colombiana que trabaja en Buenos Aires y que se sintió profundamente conmovida por la empatía y la amabilidad de los residentes de su edificio. Mientras que otros trabajadores de la salud enfrentan la discriminación y a las amenazas de quienes temen al contagio, Margarita volvió a casa un día y encontró una nota de los inquilinos ofreciéndose ayuda en lo que pudieran necesitar. «Ese gesto me llenó el alma», dice, » fue un mimo al alma después de haber tenido un día fuerte en el trabajo».
Ariel, un conductor de ambulancias animado por la hospitalidad de las familias de los pacientes
Ariel, un conductor de ambulancia, es otro «héroe anónimo». A pesar del riesgo de contagio, Ariel y otros trabajadores de la salud del país siguen haciendo su trabajo ante la pandemia: «Parte de la gente ha cambiado la actitud. Nos han recibido para ciertos traslados, o en ciertos momentos, hasta con comida, bebida, o un café a las tres de la mañana que viene bárbaro», cuenta.
Convidarte: voluntarios que comparten una comida con quienes más lo necesitan
Todo comenzó con una pareja que se preguntaba cómo las personas vulnerables o sin hogar serían capaces de enfrentar la pandemia. Cuando compartieron esta preocupación con uno de sus amigos, un psiquiatra que trabaja como voluntario en uno de los barrios más pobres de la ciudad, juntos idearon el proyecto de cocinar comidas extras para que él pudiera acercarlas a las personas necesitadas. Pronto sus vecinos y otros conocidos se unieron, aumentando el número de comidas a 60 por día. Al cabo de un mes, el total había crecido a 1800 comidas diarias. Al conectar a las personas dispuestas a cocinar mientras están en cuarentena en sus casas con aquellos que pueden entregar las comidas, el proyecto se convirtió en un movimiento. Hoy en día, Convidarte es una red de más de 4000 voluntarios que diariamente distribuyen 6800 comidas caseras a 30 refugios. «Esto es amor», explica con entusiasmo uno de los voluntarios. «¡Esto es amor!».
Para muchos de los cocineros, éste es un plan para toda la familia. Para aquellos que reciben la comida, el cuidado les hace sentir que son parte de una familia más grande. Para todos, el proyecto ayuda a contagiar un sentido de solidaridad que es una respuesta rotunda al temor que, en medio de la pandemia, estamos enfrentando juntos.
Fuente : ONU