Los franceses votaban hoy en la segunda vuelta de la elección presidencial para decidir si confían un nuevo mandato al presidente de centro, Emmanuel Macron, o dan un giro a la extrema derecha con Marine Le Pen, una elección crucial con réplicas en el mundo.
Casi 49 millones de franceses están llamados a votar en miles de centros en Francia metropolitana, los territorio de ultramar y el extranjero. Las meses cierran a las 20 (las 15 en Argentina), y enseguida se empezarán a conocer los resultados.
Le Pen podría convertirse en la primera mujer presidenta y Macron en el primero en ser reelegido desde el conservador Jacques Chirac (1995-2007).
El actual presidente votó pasado el mediodía en la norteña localidad de Le Touquet, en la región de Paso de Calais, acompañado de su esposa, Brigitte. Al salir del centro de votación, unos 20 minutos después, saludó a decenas de simpatizantes.
Una multitud aún mayor vitoreó a Le Pen a su llegada a la mesa donde votó, en el norte de Francia, en la ciudad de Hénin-Beaumont, en el mismo departamento de Paso de Calais.
Con una gran sonrisa, avanzó muy lentamente hacia su mesa, estrechando la mano de partidarios y tomándose selfies, informó la agencia de noticias francesa AFP.
Según los últimos sondeos, publicados el viernes, el candidato de La República en Marcha (LREM), de 44 años, se impondría a su rival de la Agrupación Nacional (RN), de 53 años, con una ventaja menor que en 2017, cuando le ganó con un 66,1% de votos.
Cinco años después, Francia no es el mismo país: protestas sociales marcaron la primera mitad del mandato de Macron, una pandemia mundial confinó a millones de personas y la ofensiva rusa en Ucrania sacudió con fuerza el continente europeo.
La guerra a las puertas de la Unión Europea (UE) sobrevoló la campaña, aunque la principal preocupación de los franceses fue su poder adquisitivo, en un contexto de aumento de los precios de la energía y de la alimentación.
Más allá de escoger entre dos modelos de sociedad, los electores tienen entre sus manos escoger qué lugar en el mundo quieren para esta potencia económica y nuclear hasta 2027, una decisión que podría implicar cambios de alianzas si gana Le Pen.
La heredera del Frente Nacional propone inscribir la «prioridad nacional» en la Constitución, para excluir a los extranjeros de las ayudas sociales, y aboga por abandonar el mando integrado de la OTAN y reducir las competencias de la UE.
El mandatario saliente aboga en cambio por más Europa, ya sea en materia económica, social o de defensa, y recuperar su impulso reformista y liberal, con su propuesta estrella de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años, que en 2020 ya creó protestas masivas.
Los primeros ministros socialdemócratas de Alemania, España y Portugal, así como el expresidente izquierdista de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, expresaron su apoyo a Macron durante la campaña.
La abstención se anuncia como una de las principales incógnitas del balotaje, máxime cuando el desencanto por deber votar de nuevo entre Macron y Le Pen cunde entre parte del electorado, especialmente jóvenes y los votantes del izquierdista Jean-Luc Mélenchon.
El 10 de abril, Mélenchon se impuso en este territorio francés en El Caribe y quedó en tercer lugar en toda Francia con casi un 22% de votos. Los dos finalistas lanzaron guiños a sus electores durante toda la campaña para tratar de movilizarlos y atraerlos.
Le Pen apostó por aparecer como la defensora del poder adquisitivo, ante un rival que, a su juicio, desprecia las clases populares. Macron se esforzó en desmontar el programa de su rival y advertir del peligro de la llegada de la extrema derecha al poder.
La abstención se situó en el 26,31% en la primera vuelta. El actual balotaje puede batir el récord de votos en blanco o nulos que muchos franceses escogieron en 2017 para expresar su rechazo a elegir entre los dos finalistas.
Las presidenciales se seguirán de las elecciones legislativas en junio, claves para la gobernabilidad. Actualmente, el partido de Macron tiene la mayoría.