Su partida deja un profundo dolor, pero renueva el compromiso de continuar su obra, donde el amor venza al odio, como él predicaba. Un pastor con «olor a oveja», que vivió entre los más desprotegidos y predicó con el ejemplo. Reformista, progresista y cercano a refugiados, pobres y sin hogar, En Diario de Punilla tratamos siempre de seguir sus pasos. Hoy, el mundo debe estar a la altura de sus enseñanzas. Rezamos por él.
Muere el Papa Francisco, un faro de esperanza para los olvidados
A las 7:35 hs de Roma, en su humilde residencia de la Casa Santa Marta, falleció el Papa Francisco, a los 88 años, tras un pontificado revolucionario marcado por la defensa de los pobres, la ecología y la paz. Su muerte conmociona al mundo, pero su mensaje perdura: «La Iglesia debe ser un hospital de campaña, no un museo».

Nacido como Jorge Mario Bergoglio en el barrio porteño de Flores, el primer Papa latinoamericano eligió su nombre en honor a San Francisco de Asís, el santo de los humildes y la naturaleza. Desde el principio, rompió protocolos: rechazó los lujos vaticanos, lavó los pies a presos y migrantes, y denunció sin miedo las desigualdades del sistema. «¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!», repetía.
Un legado que trasciende fronteras
En sus 12 años de papado, Francisco desafió a los sectores conservadores de la Iglesia con reformas históricas:
- Luchó contra los abusos, exigiendo «tolerancia cero».
- Promovió a las mujeres en cargos vaticanos, aunque resistencias clericales frenaron mayores avances.
- Denunció el «descarte» de migrantes y refugiados, visitando Lampedusa y zonas de guerra.
- Escribió Laudato Si’, un grito por la ecología que vinculó el cuidado ambiental con la justicia social.
- Criticó el capitalismo salvaje y llamó a «globalizar la solidaridad».
Su salud frágil no lo detuvo: incluso en silla de ruedas, siguió trabajando hasta sus últimos días. «Todavía vivo, lamentablemente», bromeaba con sus médicos.
El adiós al pastor que caminó entre su gente

Francisco no fue un pontífice de escritorio. Visitó villas miseria, abrazó a enfermos de SIDA, defendió a los pueblos originarios y medió en conflictos globales. Su frase «¿Quién soy yo para juzgar?» sobre personas LGBTQ+ marcó un tono de misericordia inédito.
En Argentina, aunque nunca volvió como Papa, su influencia fue inmensa. Desde El Diario de Punilla, acompañamos su llamado a «construir puentes, no muros». Hoy, su partida nos interpela: ¿Seremos capaces de honrar su legado?
Mientras el Vaticano prepara su funeral y el cónclave, millones rezamos para que su sueño de una Iglesia samaritana no se apague. Como él decía: «Dios no se cansa de perdonar; nosotros, de cansarnos de pedir perdón».
Valen Goro – Diario de Punilla