Mark Zuckerberg anuncia que imitará a Twitter y etiquetará contenido que considere peligroso pero relevante para el interés público
Facebook da marcha atrás en su negativa de controlar el discurso del odio en su plataforma. Lo hace el mismo día en que la multinacional angloholandesa de alimentación y cosméticos Unilever se haya unido a otro centenar de marcas y haya anunciado su decisión de suspender su publicidad en Estados Unidos tanto en la propia Facebook como en Twitter e Instagram. Esta suspensión se producirá hasta finales de año como mínimo, a causa de un “periodo electoral polarizado”, según ha explicado el fabricante en un comunicado. Tanto Twitter como Facebook se han desplomado en Bolsa.
El boicot de Unilever se suma al que han puesto en marcha otras compañías en los últimos días, como Verizon, VF Corporation (dueña de Vans o North Face), Ben & Jerry’s o la distribuidora cinematográfica Magnolia Pictures. Estas decisiones empresariales están directamente motivadas por la iniciativa de la Liga Antidifamación (ADL) que ha convocado un boicot como parte de la campaña Stop the Hate for Profit (No al odio por las ganancias). A última hora del pasado viernes se sumó también Coca-Cola, que suspendió por 30 días su publicidad en la red social.
“Las marcas tienen la obligación de construir un ecosistema digital fiable y seguro. Es por ello que nuestras marcas no harán publicidad en Facebook, Instagram y Twitter”, explicó en un comunicado la compañía, que cuenta con más de 400 marcas de alimentación, bebidas, hogar y cuidado personal y animal. En su cartera están Dove, Rexona, Mimosín, Timotei o Frigo. “Se puede hacer mucho más, especialmente ante la división y el discurso de odio presente en este periodo electoral tan polarizado en Estados Unidos”, explicó una portavoz de Unilever.
El presidente y CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, ha explicado que se pondrán en marcha nuevas políticas de control de contenido. No ha hecho referencia directa a la campaña de boicot, pero ha anunciado que la compañía cambiará sus políticas para prohibir el discurso de odio en sus anuncios. Bajo sus nuevas políticas, Facebook no permitirá mensajes que afirmen que las personas de una raza, etnia, nacionalidad, casta, género, orientación sexual u origen inmigratorio específico son una amenaza para la seguridad física o la salud de cualquier otra persona.
Además, Zuckerberg ha explicado que Facebook imitará a Twitter y etiquetará el contenido que decida mantener porque lo considere de “interés periodístico y valioso para el interés público”, incluso si de otra manera viola las políticas de la compañía. Los usuarios de la plataforma que traten de compartir ese contenido verán un aviso que les hará saber que están compartiendo algo que puede violar las políticas de la compañía. “A menudo, ver el discurso de los políticos es de interés público, y de la misma manera que los medios de comunicación informan sobre lo que dice un político, creemos que la gente debería poder verlo por sí misma en nuestras plataformas”, dijo Zuckerberg en un post.
A principios de mes, el propio Zuckerberg soliviantó a la opinión pública y a muchos de sus trabajadores tras anunciar su decisión de no tomar ninguna medida respecto a los polémicos mensaje del presidente de EE UU, Donald Trump, compartidos en la red social, pese a las protestas de sus empleados. Según informó la propia compañía, en una charla virtual con trabajadores de la empresa, Zuckerberg volvió a recurrir a la libertad de expresión y a su postura de que Facebook no debe erigirse en “árbitro” de Internet para justificar la inacción frente a los comentarios del mandatario. El origen de esta polémica fue la decisión de Twitter de determinar que un mensaje del presidente Donald Trump relativo a las revueltas posteriores al asesinato de George Floyd violaba su normativa contra contenidos que glorifiquen la violencia, y lo censuró parcialmente, dificultando y en algunos casos impidiendo que los usuarios pudieran leer el tuit e interaccionar con él. Zuckerberg se mostró crítico con esta decisión.
Info: Guillermo Vega | El País