COVID19| Muere por coronavirus el diseñador japonés Kenzo Takada a los 81 años

Gracias por compartir esta información

El samurai de la moda ha fallecido en París, la ciudad donde probó suerte en un sector que durante años se rindió a sus pies. Amo y señor del mundo del glamour y el diseño. Por María Luisa Fúnes | abc.es

En plena II Guerra Chino-Japonesa, cuando aún Japón no había entrado en la Segunda Guerra Mundial, nació en la histórica ciudad de Himeji el quinto hijo de la familia Takada. Ese 27 de febrero de 1939, cuando el pequeño Kenzo Takada vió la luz en la parte trasera de la «machiya» que ocupaba la casa de tés de su padre, nadie entre familia y amigos hubiera podido predecir que el recién nacido sería el primer nipón en poner pica en el difícil mundo de la moda parisina. Kenzo, que ha muerto hoy en París víctima del Covid-19, fue el valiente y respetuoso samurai que Japón prestó a la moda francesa durante décadas.

Durante su infancia, como tantos otros modistos, Kenzo se vio inspirado por las revistas que leían sus hermanas. En su ciudad natal de Himeji, las calles rodeaban el imponente castillo central, un paisaje curioso que se ha mostrado ampliamente en las filmaciones exteriores de «Shôgun», «Ran» de Kurosawa o en «Solo se vive dos veces» de James Bond.

El Bushido o «camino del guerrero» ha sido el código de conducta seguido por los «samurai» japoneses. Entre sus valores están la valentía, la lealtad, la obediencia, el respeto, el autosacrificio y el honor hasta la muerte. Kenzo Takada abrazó en gran medida estos principios del Bushido ya desde que dejó la universidad de Kobe para estudiar moda en la Tokyo’s Bunka Fashion College. Al acabar sus estudios, y sin más dilación, con esa valentía samurai que pocos tenían allá por 1965, se mudó a París a probar suerte en el cerrado sector de la moda parisina. Tras enormes dificultades y decepciones -esos sacrificios tan valorados en el Bushido- comenzó a dibujar para Louis Féraud y consiguió unas prácticas de estilista en la desaparecida casa Renoma.

En 1970, Kenzo abrió con un desfile su primera boutique en el mundo, situada en el precioso pasaje «Vivianne», un espacio comercial cubierto y cercano al Palais Royal. El nombre que da a su tienda, «Jap», hace referencia a su país y a su nacionalidad, otra muestra del valor de lealtad de este samurai de la moda. Y del mismo modo nombra sus siguientes cinco tiendas parisinas. Apoyándose en la silueta del kimono y en los estampados japoneses, desarrolló colecciones hasta entonces inesperadas, ampliando más tarde su rango de productos a los accesorios y la perfumería.

Elegante y callado, pero amable y risueño, la casa Kenzo fue poco a poco creciendo aunque permaneció siempre como una enseña de nicho destinada a un público muy concreto. En 1993, LVMH, ávido de agrupar marcas y de diversificar su portafolio, compró la empresa a Kenzo Takada, quien desde entonces respetó el acuerdo pactado y se mantuvo al margen de declaraciones e injerencias, tal y como dicta el código de obediencia y respeto del Bushido samurai.

Kenzo durante la presentación de su colección otoño-invierno 1999, la última que diseñó antes de su retiro – AFP

Elegante y discreto

Hoy, 4 de octubre, Kenzo Takada murió en el hospital americano de Neuilly-sur-Seine, París, a causa del Covid-19. Por mucho que haya permanecido en silenciosa discreción desde 1993, no olvidaremos su agudo sentido de la estética, su capacidad de innovar con mezclas interculturales en la moda ni sus dotes como decorador y coleccionista de arte. Pero sobre todo,nunca se olvidará su eterna sonrisa, su capacidad de inmersión en otras culturas ni su fabulosa conquista de un sector occidental que durante años se rindió a sus pies. Kenzo nunca consiguió hablar bien francés, ni pretendió volver la actualidad tras la venta de su marca. Ni siquiera se sintió excesivamente cómodo en su Europa de adopción. Pero será siempre inolvidable su elegancia de samurái. En forma y fondo. Sayonara.

Info: abc