Una emoción que cerró el cuarteto salteño Ahyre que por primera vez tuvo la oportunidad de cerrar una velada en Cosquín, ratificando así, no solo un presente exitos, sino la frescura y prolijidad del grupo en la quinta noche del 63° Festival Nacional de Folclore.
Luego del Himno a Cosquín bailado impecablemente por el Ballet Camin, con un cierre de coreografía al ritmo del malambo, el chamamé fue el protagonista, tomando la posta y adueñándose de la apertura con el tributo audiovisual que Antonio Tarragó Ros armó por el «centenario» de su padre, conocido como “El Rey del Chamamé”.
Conmovido y dispuesto a que se note, el autor de clásicos como “María va” y “Canción para Carito”, anunció tras entonar “Jineteando la vida” que “estamos ingresando al centenario de papá y estamos llenos de emociones», aclarando que «en Corrientes no pudimos poner este video porque se ve que papá lo quiso guardar para ustedes”.
Característico del apellido, el chamamé austero, filoso y entrañable de los Tarragó Ros generó un clima festivo que se coronó con integrantes del local Ballet Camin repartidos en la platea para sacar a bailar mujeres y hombres presentes bajo los sones siempre abrasadores de “El Toro”.
Durante la rueda de prensa contó a los presentes que “lo que más le gustaba a mi papá era que la gente bailara y aunque a mí me parecía una profesión menor, él me enseñó que el músico de baile está más alto porque entra porque el corazón de las personas sin importar cómo sea físicamente o las morisquetas que haga”.
La era del Chamamé
Feliz, emocionado hasta las lágrimas, el hijo de «El rey del chamamé», anunció que transitamos “la era del chamamé que es el baile del abrazo” y sostuvo que “el chamamé es necesario porque es una música reflexiva y una herramienta de autoconocimiento”.
Entre mítico y provocador, redondeó que “el chamamé no es de Corrientes ni de ningún lugar sino que es de los chamameceros como el cristianismo es de los cristianos” e inmediatamente afirmó que “mi papá vendió más discos que Los Beatles pero les pusieron la plata a ellos para que destruyeran las músicas regionales del mundo”.
Luego María de los Ángeles “Bruja” Salguero encabezó un recital contundente en compañía de una afianzada banda que reunió a Julieta Lizzoli (piano), Lucas Homer (bajo), Jero Izarrualde (batería), Pablo Ponce (charango y guitarra) y Leo Andersen (guitarra).
Pasada la presentación de «La Bruja Salguero», fue el momento de subir al Atahualpa Yupanqui del cordobés Gabriel Macías, una de las propuestas seleccionadas en el Pre Cosquín, además del dúo tanguero de piano y bandoneón a cargo de Cristián Asato y Ayelén Pais y la pareja de baile con Facundo y Ezequiel Posse, pareja de hombres que primero bailó un tango (con beso incluido) y más tarde descolló con la plasticidad del cuadro denominado “Arte locura”.
El momento de «Los Manseros»
La baja de Los Nocheros (por la cual la organización del Festival previó la devolución del dinero de las entradas que se hará efectiva a partir de mañana a través de los canales por donde fueron adquiridas), hizo ingresar a Los Manseros Santiagueños.
Ahí, el histórico grupo de Santiago, haciendo frente al repentino llamado, logró una actuación que tuvo la característica de tener el público a su favor, tanto adentro como afuera de la Plaza Próspero Molina, donde se pudo apreciar, gran cantidad de familias con reposeras y heladeritas, escuchando al legendario grupo, pese a no ver el escenario.
Durante la presentación hubo dos momentos destacables en los que. exclusivamente Onofre Paz fue el protagonista, el primero, saludando a su viejo compañero y cofundador del grupo Leocadio del Carmen Torres (fallecido en octubre de 2016) y el otro momento destacable, fue cuando remarcó al público presente, que una de las piezas del repertorio había sido compuesta por su hijo Martín.
Destino, entre el aspecto pop latino y el folklore
Respecto al termómetro del público, es de remarcar, la pasión que despertó Destino San Javier con los artistas, casi modelos, Paolo Ragone, Franco Favini y Bruno Ragone, plasmando, pese a su aspecto pop, el legado del «Trío San Javier», redondeando una actuación que culminaron cantando debajo del escenario, con un público extasiado y alegre.
Fuente: Télam