“Un celoso anunciador de la Palabra de Dios para la edificación de la comunidad eclesial y civil”: tras rezar a la Madre de Dios, este domingo 5 de setiembre, el Papa Francisco se refirió así al Beato Mamerto Esquiú, cuya beatificación tuvo lugar el sábado 4 en Catamarca, República Argentina.
Sobre él, el Santo Padre puntualizó que “fue un celoso anunciador de la Palabra de Dios para la edificación de la comunidad eclesial y civil” y animó a que su ejemplo nos ayude a unir siempre la oración y el apostolado y a servir a la paz y a la fraternidad.
“¡Un aplauso para el nuevo Beato!”, invitó a los fieles, que se unieron en el aplauso gozoso para celebrar al beato argentino.
Mamerto Esquiú nació el 11 de mayo de 1826 aquí, en esta localidad de Piedra Blanca, en la provincia de Catamarca, de familia religiosa y trabajadora, ingresó a la Orden Franciscana de Hermanos Menores (O.F.M.) donde profesó los votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia y se ordenó sacerdote, a los 22 años, el 18 de octubre de 1848. Su esmeró se centró en la enseñanza y en la predicación.
Desde joven enseñó filosofía y teología y también fue maestro de niños. Como sacerdote se dedicó al sacramento de la penitencia y a la dirección espiritual. En 1862 se trasladó al Convento franciscano de Tarija en Bolivia, en búsqueda de una vida religiosa más regular y retirada, dedicándose a la enseñanza de la teología.
En 1864 se traslada a Sucre, capital de Bolivia, a pedido del Arzobispo del lugar, para enseñar en el Seminario.
En el año 1872 viajó como misionero a Perú y Ecuador. Y al año siguiente regresa a Tarija.
En 1876 viajó a Roma y a Tierra Santa. En Roma, Esquiú se encuentra con el General de la Orden Franciscana, que dispone que regrese a Catamarca para trabajar por el restablecimiento de la vida común en los conventos, así, después de 16 años de estar ausente, regresa a Catamarca en 1878.
En 1880 es nombrado Obispo de Córdoba. En su segundo año como Obispo, fue a la Rioja, que pertenecía a su diócesis, a visitar a sus fieles y administrar los sacramentos y en el viaje de regreso a su sede episcopal de Córdoba, murió el 10 de enero de 1883, en la posta catamarqueña de El Suncho a los 56 años de edad. (De la homilía del Cardenal Luis Villalba, en la Santa Misa con el Rito de Beatificación de Fray Mamerto Esquiú, el sábado 4 de setiembre de 2021)