Con la expectativa centrada en las negociaciones y gran parte del ejército ucraniano desplegado en el este, arranca una semana que puede ser clave en la guerra entre Rusia y Ucrania, a la espera de una nueva ronda en Estambul, Turquía, y un día después de que Kiev se manifestara dispuesta a aceptar algunos reclamos de Moscú.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, informó hoy que que las delegaciones de las partes llegarían a la ciudad turca durante el día de hoy y aunque consideró «poco probable» que las conversaciones se reanuden hoy, tampoco lo descartó, recogió la agencia de noticias AFP.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aceptó acoger las negociaciones en Estambul durante una conversación telefónica con el presidente ruso, Vladimir Putin.
En la anterior ronda de negociaciones entre Rusia y Ucrania celebrada en Turquía, en Antalya, el 10 de marzo, no se logró ningún avance importante.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, afirmó ayer que está dispuesto a aceptar al menos dos de las condiciones impuestas por Rusia en las negociaciones pero, simultáneamente, para debatir otros temas, exigió que las tropas rusas se retiren de su país, al que invadieron el 24 de febrero pasado.
El mandatario aceptaría la neutralidad entre Rusia y Occidente y el respeto al idioma ruso dentro del país, pero exige el retiro de las tropas invasoras para negociar la situación de las regiones ucranianas disputadas por Rusia (Donbass y Crimea).
«Entiendo que es imposible obligar a Rusia a liberar totalmente los territorios (ucranianos) porque llevaría a la Tercera Guerra Mundial, lo comprendo todo perfectamente; esto es lo que digo, es un compromiso: vuelvan a donde todo empezó e intentaremos resolver la difícil cuestión del Donbass», avanzó Zelenski.
El canciller ruso, Serguei Lavrov, destacó que Kiev «quiere crear una apariencia de que se llevan a cabo negociaciones, pero a Moscú le resulta imprescindible esta vez que haya un resultado, y por eso lo más importante ahora es dejar de fomentar esa conducta de los ucranianos».
Una de las condiciones para el Kremlin, especificó Lavrov es «poner fin a los asesinatos de civiles en Donbass», la región oriental de Ucrania que alberga dos provincias rusoparlantes a las que, según Rusia, Ucrania reprimió en vez de dar ciertas condiciones de autonomía, como establecían los Acuerdos de Minsk, de 2014 y 2015.
En el frente, en tanto, frustradas las aspiraciones rusas de una victoria rápida su ejército se centra en aplastar a las fuerzas ucranianas en el este y obligar a Kiev a ceder parte del territorio del país.
La mayor parte de las fuerzas ucranianas están desplegadas en el este, donde libran duras batallas contra los separatistas respaldados por Moscú en un conflicto que ya se arrastra por casi ocho años.
El ejército ruso declaró el pasado viernes que la «primera etapa de la operación» se había completado en gran medida, lo que permitió a las tropas rusas concentrarse en su «objetivo principal: la liberación de Donbass».
Algunos analistas interpretan no obstante que en realidad se trata de un cambio de estrategia, que bien podría reflejar el reconocimiento de Putin de que su plan para atacar Ucrania se encontró con una resistencia inesperada.
Por otra parte, el jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budanov, dijo ayer que el cambio de enfoque podría reflejar la esperanza de Putin de dividir a Ucrania en dos, e imponer «una línea de separación entre las regiones ocupadas y no ocupadas».
Putin y sus generales no revelaron sus objetivos militares específicos o un cronograma planificado, pero el Kremlin claramente esperaba una victoria rápida cuando las tropas rusas ingresaran a Ucrania desde el norte, este y sur el 24 de febrero.
Sin embargo, los intentos rusos de capturar rápidamente la capital ucraniana y otras grandes ciudades en el noreste no han alcanzado su objetivo.
Hoy, el Ejército de Ucrania estimó en cerca de 17.000 los soldados rusos muertos en combate desde el inicio de la guerra.
El Estado Mayor del Ejército ucraniano indicó además en un mensaje en su cuenta oficial en Facebook que hasta la fecha han sido destruidos 586 carros de combate, 302 sistemas de artillería y 95 lanzacohetes múltiples autopropulsados y blindados, reseñó la agencia de noticias Europa Press.
También fueron destruidos -según Ucrania- 123 aviones, 127 helicópteros, 54 sistemas de defensa antiaérea, 1.150 vehículos, siete embarcaciones, 73 tanques de combustible y 66 drones rusos.
La cifra de bajas en las tropas invasoras contrasta con la facilitada el viernes por el primer adjunto a la Jefatura del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, el general Sergei Rudskoi, quien confirmó 1.351 militares rusos muertos y 3.825 heridos desde el comienzo de la invasión.
En Moscú, en tanto, el Ministerio de Defensa ruso informó hoy que en las últimas 24 horas la aviación y la defensa antiaérea derribaron otros cinco aviones de combate ucranianos y 19 drones.
Además, añadió, fueron destruidos en un día 19 aviones no tripulados, así como cinco proyectiles disparados de un lanzacohetes múltiple en la provincia de Jerson, en el sur de Ucrania, recogió la agencia de noticias rusa Sputnik.
El 24 de febrero pasado Rusia lanzó una ofensiva militar en Ucrania bajo la justificación de que el Gobierno de Kiev venía cometiendo crímenes contra los habitantes de dos provincias rusoparlantes en la región del Donbass a las que, previamente, Moscú había reconocido como Estados independientes.
El reclamo del Kremlin incluye la violación por parte de Ucrania de los Acuerdos de Paz de Minsk, de 2014 y 2015, que obligaban a Kiev a darle a esas dos provincias -Lugansk y Donetsk, que en sendos referendos votaron por separarse de Ucrania- autonomía y posibilidades de elegir sus propias autoridades regionales.
Ucrania, en cambio, afirma que con la operación militar Rusia pretende arrasar con la cultura y la historia ucraniana, y derrocar al presidente Volodomir Zelenski para promover que llegue al poder un dirigente cercano a Moscú.||| Fuente: Télam